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BRAS

Endeudados

Se sabe que el Trasgu (duende originario de Asturias) es muy comilón y excesivamente goloso, por lo que le gusta robar dulces caseros para luego comérselos a sus anchas en su escondida guarida. Debido a su ciega glotonería se le podía engañar fácilmente, y abundan los relatos en que sale mal parado de esas incursiones en busca de tortas y postres.

Por si no ha quedado claro que este duendecillo no siempre es muy listo ni muy inteligente, recogemos aquí una leyenda, donde asimismo se ponen de manifiesto sus fabulosas dotes de observador:

Vivía en Duyos, concejo de Caravia (Asturias), un matrimonio sin hijos. En las noches de invierno, después de tomar la cena, el marido se iba de tertulia a casa de un vecino, y mientras tanto su mujer amasaba una torta y la ponía a cocer en la lumbre. Cuando la torta estaba en su punto de cocción, el Trasgu bajaba por las «calamiyeres» (cadena que servía para sostener sobre el fuego potes y calderas), cogía la torta y marchaba diciendo:

-¡Ja, ja, ja que te la llevé!

Y esto ocurría una y otra noche sin que la mujer, por miedo, se atreviera a decide nada al bromista, hasta que se puso de acuerdo con su marido para que, éste se quedara hilando una noche, vestido con la ropa de ella, y colocara una piedra en el llar en vez de la habitual torta. A la hora acostumbrada, asomose el Trasgu a la baranda de la cuña y quedó bastante perplejo al ver que la hilandera tenía barba. Sin atreverse a entrar, dijo:

-¡Oye! ¿Tienes barbas e hilas?

-¡Sí!

-¿Quieres que coja la torta?

-Cógela si quieres.

Entonces el trasgu bajó muy contento pero, no percatándose del cambiazo, en vez de la torta cogió la piedra al rojo vivo, soltándola al instante, y soplando las manos subió por las «calamiyeres», diciendo:

-¡Ux, que mi queimé!

Las risotadas del matrimonio fueron tan sonoras que el Trasgu no volvió a aparecer nunca más por ese hogar.

Relato similar se cuenta también en la localidad de Cortes (concejo de Salas)